sábado, 25 de abril de 2015

Para preparar el domingo del Buen Pastor: Cuatro protagonistas


La enseñanza evangélica acerca del Buen Pastor nos presenta en su redacción cuatro protagonistas. El principal es el Pastor Bueno: es quien se preocupa de verdad por las ovejas, que considera suyas. Da su vida por ellas, las cuida con ternura y les brinda cobijo y protección. Siguiendo la idea presente en otros textos bíblicos, se le puede describir como quien está preocupado por guiarlas, aún en medio de cañadas oscuras y ante el peligro de enemigos, hasta llevarlas a lugares seguros para pastar. Incluso va en búsqueda de la extraviada. El Buen Pastor las conoce y es conocido por ellas: buscará atraer a todas las ovejas hasta conseguir un solo rebaño bajo su cayado. 

Junto a Él nos encontramos con las mismas ovejas: ellas le conocen y siguen su voz. Se sienten seguras con Él y no sienten miedo ante los peligros. Saben que si se extravían las buscará y las traerá con ternura hasta el redil seguro. Las ovejas representan a la humanidad, a quien el Pastor supremo –Dios- muestra su amor y su preocupación.

Un tercer protagonista de esta enseñanza alegórica es el “mal pastor”; a quien se le conoce como un mercenario asalariado. No debería llamarse siquiera pastor: un pastor siempre será bueno, si cumple con su misión. Pero el asalariado no tiene otro interés sino su paga… por eso, ante el lobo y cualquier otro enemigo huye y abandona el rebaño a merced del adversario. No es capaz de dar la vida por las ovejas e, incluso, hasta se vale de ellas. Sobre los malos pastores la Biblia hace una referencia cruda y dura en boca del profeta Ezequiel.

El cuarto protagonista es mencionado pero pocas veces descrito. Es el lobo: es quien ataca, busca romper la unidad compacta del rebaño, mata y se engorda a costa de las ovejas. Y son muchos los lobos que merodean para atacar la grey y hacer de las suyas. Hay varias clases de lobos: pòr ejemplo aquellos padres que evitan que sus hijos lleguen a ver la luz… quienes se desinteresan de sus empleados y no se preocupan por su bienestar…los obreros o empleados que no cumplen con sus obligaciones y sabotean el trabajo… los comunicadores que ocultan la verdad y crean falsas expectativas con informaciones no verídicas o manipuladas…. El sacerdote que no da buen testimonio y es mal ejemplo para los suyos… los cristianos que se dejan seducir por los criterios del mundo y hacen el mal en vez del bien… los dirigentes políticos y sociales quienes se dejan guiar por sus intereses mezquinos olvidándose del bien del pueblo… los corruptos, destructores de la paz social… los narcotraficantes con su comercio de muerte… los violentos, sean sicarios, delincuentes, ladrones, contrabandistas, porque no respetan la dignidad de sus hermanos… quienes se creen más que los demás y oprimen a los más pequeños…. Estos y otros tipos de lobos merodean el rebaño y buscan acabar con las ovejas.

La enseñanza, entre otras ideas, es clara: debemos estar atentos y conocer bien los protagonistas de esta alegoría del Buen Pastor. Por supuesto, se debe hacer la opción por seguir al Pastor Bueno: sólo Él actúa con la verdad y con el amor. Los ojos abiertos nos permitirá seguirlo y descubrir que sus intenciones son las de quien es capaz de dar su vida por las ovejas.

+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.

viernes, 10 de abril de 2015

Material para la Asamblea Parroquial



 Este es un material para la realización de las Asambleas Parroquiales. Puedes descargarlo también en archivo word haciendo click aquí

Áreas específicas de la pastoral que han de ser evaluadas para la elaboración del plan pastoral.



I.- Proclamación del Evangelio:

a.1. ¿En tu parroquia se realizó alguna actividad de la Misión Diocesana?

a.2. En caso afirmativo: ¿Qué cosas resaltarías como positivas y cuáles considerarías que se deben mejorar?

a.3. En caso negativo: ¿Piensas que es necesaria la realización de una misión diocesana?

b.1. ¿se proponen los temas del kerigma con frecuencia?

c.1. ¿Se hacen actividades de evangelización para los más alejados? ¿Se visitan los hospitales, los retenes, los ancianatos, los centros educativos?

d.1. ¿Ante la realidad de la santería y la superstición ¿qué respuesta evangelizadora hemos dado o podemos dar?

d.2. ¿De igual manera que estamos haciendo ante el avance de otras confesiones cristianas y otras creencias?

e.1. ¿se proclama el Evangelio en los medios de comunicación social y en mundo de la web y redes sociales?

II.- Comunión eclesial

a.1. ¿Hay espacios de tiempo definido para la atención general a los fieles?

a.2. El trato de los agentes de pastoral: ¿es cariñoso? ¿Propicia el acercamiento de las personas que están alejadas?

b.1. ¿Se visitan a los vecinos que están enfermos? ¿Se ora por ellos? ¿Se invita al sacerdote para que los visite? ¿Quiénes se ocupan de este apostolado?

c.1. ¿En la parroquia existe la costumbre de planificar y evaluar?

c.2. ¿Hay algún mecanismo de consulta y participación de los fieles?

d.1. En la línea de las nuevas estructuras de comunión diocesanas: las  zonas pastorales… ¿son conocidas por los fieles? ¿Ha habido participación de los fieles en estas instancias? ¿Qué opinión tienes de estas nuevas instancias?



En el ámbito de la pastoral familiar:

a.1. ¿Qué espacios se brindan para la atención humana y espiritual de las familias?

a.2. ¿Existen algunas actividades específicas para los novios y los que se preparan para contraer matrimonio?

a.3. ¿Qué actitud tienen los fieles ante quienes viven en una situación especial familiar, participan en la vida de la Iglesia?

a.4. A esas parejas, ¿se les abre la posibilidad de participar en la vida parroquial?



En el ámbito de la pastoral juvenil

a.1. ¿hay espacios de participación para los jóvenes?

a.2. Además del párroco, ¿hay algunas personas que se dedican a la formación y acompañamiento de jóvenes?

a.3. ¿Se ofrecen alternativas a los jóvenes que terminan el proceso de catequesis de iniciación cristiana para que continúen participando de la vida parroquial?

a.4. Con los jóvenes que estudian en las escuelas y colegios, ¿se realiza algún tipo de actividad para vincularlos a la vida parroquial?



En cuanto a la pastoral vocacional

a.1. ¿Se hacen actividades de oración y promoción por las vocaciones?

a.2. ¿La comunidad de fieles está abierta a colaborar con el seminario?



III. Compromiso con la realidad social

a.1. ¿Qué iniciativas de pastoral social existen en tu parroquia?

a.2. Ante la situación de crisis económica y tantas necesidades, ¿podemos comprometernos en la creación de caritas parroquiales?

a.3. ¿Se conoce en la comunidad cristiana la doctrina o propuesta social de la Iglesia?

b.1. Antes las instancias de participación social, como son los consejos comunales

 ¿Cual es la actitud de los laicos?

IV. Formación del discípulo misionero

a.1. ¿Existe un número suficiente de catequistas y ministerios en tu parroquia?

a.2. ¿Hay planes y actividades de formación para ellos?

a.3. ¿Hay criterios claros para la catequesis?

a.4. ¿Hay un servicio de catequesis pre sacramental para adultos?

b.1. ¿Consideras necesaria la creación de una escuela de formación de agentes evangelizadores y de pastoral?

c.1. ¿Hay espacios o actividades de formación para adultos y jóvenes?

miércoles, 8 de abril de 2015

Ninguno pasaba necesidad



Muchos llegan a experimentar un cansancio espiritual luego de la cuaresma y de la semana santa. Otros una cierta nostalgia de lo religioso: el esfuerzo de la cuaresma con sus diversos ejercicios de piedad y de preparación parecen agotarse el domingo de Resurrección. Sin embargo, la preparación es para celebrar, ciertamente, la Resurrección, pero también la cincuentena pascual; es decir los días siguientes, hasta Pentecostés.

La liturgia de todo el tiempo pascual, además de insistir en el hecho maravilloso de la Resurrección de Cristo enfatiza tres compromisos: uno, vivir el bautismo; otro, el decidirse a anunciar la Verdad y el Evangelio del Resucitado; el tercero, poner en práctica todo lo que conlleva seguir al Resucitado y ser sus discípulos, la caridad fraterna. Seguir a Cristo es vivir como ciudadanos del cielo buscando las cosas de arriba; por tanto dejando a un lado los criterios del mundo y asumiendo los del nuevo Reino inaugurado con la Pascua de Cristo. Esto significa hacer brillar la luz recibida en el Bautismo.

Quien es bautizado, por otro lado, es convertido en testigo del Resucitado. Como tal está llamado, ante todo, a anunciar la Verdad fundamental que ha trasformado la historia de la humanidad: Cristo ha vencido a la muerte y ha derrotado al maligno, padre del pecado del mundo. Ese anuncio del Evangelio de la Vida requiere un acto continuo de fe, para dar a conocer lo que se cree. El evangelista Juan nos relata el episodio de la incredulidad de Tomás y cómo superó su falta de fe. El Señor le advierte su incredulidad y cómo quienes sin verlo creerán. Esto producirá alegría y felicidad en quienes se irán convirtiendo en discípulos del Resucitado a lo largo de la historia.

Quien ha recibido el bautismo y se orienta en el seguimiento e identificación con Jesús Resucitado puede participar en la victoria sobre el mundo. Esto es necesario considerarlo de manera permanente. Creer no es sólo recitar el credo; creer no es sólo conocer los principios de la doctrina; creer no es algo coyuntural, realizado de vez en cuando. Creer es mucho más que eso. Es arriesgarse a ir detrás del Resucitado, asumiendo sus propios sentimientos y poniendo en práctica el mandamiento del amor. Así nos lo enseña Juan, al reafirmar que quien cree en Él ha nacido de arriba y se ha convertido en hijo de Dios, hermano de infinidad de hermanos, a quienes debe amar, como el Señor nos ha amado.

Esto lo entendieron muy bien los primeros cristianos. Sabían que debía identificarse por el amor fraterno si querían ser reconocidos como “cristianos”. De allí una de las grandes consecuencias de ese amor: vivían unidos, tenían un mismo corazón y todo lo ponían en común. Más aún, por la práctica del amor fraterno nacido del amor de Dios presente en el corazón del cristiano, ninguno pasaba necesidad… Y se compartía todo, desde lo material hasta lo espiritual. Así podían no sólo manifestarse como una comunión de hermanos sino también ayudarse mutuamente.

Vivir la pascua, para la cual nos hemos preparado durante la cuaresma, es demostrar de manera activa y decidida la capacidad de sentirnos hermanos, sin distinción de ningún tipo. Por tanto, creer en el amor y demostrarlo con la propia actuación cotidiana: de allí la invitación de la Palabra de Dios a no desprendernos de las necesidades de los demás, cualesquiera sean ellas. Ninguno debería pasar necesidad en una sociedad donde haya cristianos… y pareciera que se deba insistir mucho en esto. No hay sino que mirar a nuestro alrededor: pobres de cosas materiales; pobres de auxilios espirituales; pobres en valores morales; pobres de afecto y acompañamiento; pobres abandonados y menospreciados por quienes se consideran más que los demás.

El Papa Francisco nos ha ido advirtiendo al respecto. De allí la urgencia no sólo de tomar conciencia, sino también de hacer una conversión pastoral. Los cristianos hemos de hacer creíble a Cristo Resucitado desde la práctica de la caridad sin condiciones y extremadamente solidaria y fraterna. ¡Cuánta gente necesitada hay junto a nosotros! ¡Cuántos desean ver la mano amiga de los cristianos, en Venezuela, que puedan compartir con ellos sus angustias, sus vacíos, sus carencias, sus dolencias espirituales y corporales! ¡Cuánta ansia de ver a los cristianos desprenderse de sus posiciones muchas veces polarizadas y no sólo por lo político sino también por el egoísmo destructor de convivencia! ¡Cuántos quisieran una Iglesia cercana, madre de puertas abiertas y con un corazón eminentemente pascual!

La Pascua es fiesta de transformación radical, de nueva creación, de victoria sobre el pecado. Por eso, quienes seguimos a Cristo no podemos dejar a un lado su Verdad y su Palabra. Sólo así podremos construir la paz verdadera, no la del mundo, sino la nacida de su corazón amoroso. Sólo así, podremos vivir en comunión y ser solidarios hasta hacer realidad la enseñanza de los primeros cristianos entre quienes NINGUNO PASABA NECESIDAD.

+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.