En
la preparación a celebrar la Navidad, junto a María, un personaje clave es Juan
Bautista. El nos invita a hacer realidad el anuncio profético de preparar el
camino del Señor en el desierto. A la vez, nos recuerda que no era él el Mesías
esperado, sino un testigo de la luz salvífica, la cual comenzaría a brillar con
el “esperado de las naciones”. Por eso, cuando le preguntaban si era o no el
Mesías, respondía de manera clara y directa: “No lo soy”. Sin embargo señalaba
la cercanía del Señor y, luego, cuando se produjo su presencia, lo dio a
conocer sin mucho protocolo: “Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo”.
Antes
de su aparición pública, el Bautista habló de Jesús: “En medio de ustedes hay
uno a quien no conocen; alguien que viene detrás de mí y de quien no soy digno
de desatarle las sandalias”. Gesto de humildad de un profeta quien estaba
atrayendo muchas personas, israelitas y no, interesados en un cambio de vida y
en espera del Mesías. Esta vivencia del Bautista sale a nuestro encuentro hoy,
para indicarnos cómo ha de ser nuestra preparación a la Navidad.
Generalmente
corremos el riesgo de pensar en la Navidad como una fiesta religiosa
importante, pero que no nos compromete. Corremos también el riesgo de reducirla
sólo a aspectos culturales y materialistas. Es cierto que hemos de presentar la
Navidad como una fiesta que ha venido influyendo notablemente en la historia de
la humanidad; pero hemos de hacerlo con el auténtico sentido de la misma…
Lamentablemente los cristianos nos la hemos dejado arrebatar por el consumismo
comercializante que busca hacer dinero y no promover el verdadero sentido de la
Navidad. Hay incluso quienes han optado por convertirla en una “rumba” más
donde el licor y el bullicio mundano predominen.
De
allí la importancia de la figura del Bautista para todos nosotros. Es una
figura que ilumina cómo ha de ser nuestra preparación de la Navidad. Ante todo,
debe ser una preparación personal, la cual incluye la conversión, la apertura
de corazón y el sintonizar con la humildad y pequeñez del Señor. Y, a la vez,
ha de ser una preparación que privilegie lo evangelizador: es decir, el anuncio
de Cristo, como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Ningún
cristiano está exceptuado de hacerlo, ya que todos hemos recibido el mandato
evangelizador por parte del Señor. Esto nos impulsa para hacer del adviento y
de la Navidad (y el resto del año igualmente) un momento de gracia donde
anunciemos a todos, cercanos y alejados, creyentes y no creyentes, como lo hizo
el Bautista: “En medio de Ustedes hay uno a quien no conocen…”. Sí: en medio de
nuestras familias hay uno que puede ser desconocido por muchos de nuestros familiares
y amigos… en medio de nuestras escuelas, liceos y universidades, hay uno que
puede ser desconocido por tantos profesores y compañeros estudiantes… en medio
de nuestras instituciones y lugares de trabajo hay uno a quien no se conoce… en
medio de nuestras comunidades y vecindarios hay uno a quien no se conoce…. En
medio de nuestra sociedad hay uno a quien no se conoce… De allí, la urgencia de
hacer como el Bautista: no sólo preparar el camino del Señor, sino anunciarlo,
presentarlo, darlo a conocer…
Uno
de los retos que poseemos los cristianos en este momento de nuestra historia es
anunciar a Jesucristo, con su evangelio, con su obra de salvación y con su
llamada a ser discípulos suyos. Y si algo hace falta en nuestra Venezuela es
precisamente que los católicos salgamos a la calle para hablar de Jesucristo y
llenar de sus principios y valores nuestra sociedad. Papa Francisco nos está
continuamente recordando que hemos de ser una “Iglesia en salida”… Hemos de ir
al encuentro de los alejados no para reclamarles su alejamiento, sino para
invitarlos a reencontrarse con Jesús… Hemos de ir al encuentro de quienes han
renunciado a poner en práctica sus valores, aunque se confiesen religiosos,
para invitarlos a la conversión del corazón…. Hemos de ir a buscar las ovejas
perdidas, para contagiarles de la misericordia de Jesús… Hemos de ir a las
periferias humanas, como nos lo pide el Papa; esas periferias humanas a veces
pueden estar muy cerca de nosotros: es donde encontramos a Jesús en medio de
quienes no lo conocen o se han olvidado de Él o lo consideran un simple profeta
u hombre de bien….
Preparar
la Navidad, vivir el año nuevo, consolidar nuestro compromiso a lo largo de las
semanas del año 2015 requieren de parte de los cristianos la actitud del
Bautista: decirle a quienes no lo conocen o lo ignoran que en medio de ellos
está el Señor, del cual somos testigos y de quien no somos dignos de desatar
sus sandalias…se trata de Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo.
+Mario Moronta
R.
Obispo de San
Cristóbal.
muy bueno
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