La enseñanza evangélica acerca del Buen Pastor nos presenta en su
redacción cuatro protagonistas. El principal es el Pastor Bueno: es
quien se preocupa de verdad por las ovejas, que considera suyas. Da su
vida por ellas, las cuida con ternura y les brinda cobijo y protección.
Siguiendo la idea presente en otros textos bíblicos, se le puede
describir como quien está preocupado por guiarlas, aún en medio de
cañadas oscuras y ante el peligro de enemigos, hasta llevarlas a lugares
seguros para pastar. Incluso va en búsqueda de la extraviada. El Buen
Pastor las conoce y es conocido por ellas: buscará atraer a todas las
ovejas hasta conseguir un solo rebaño bajo su cayado.
Junto a Él
nos encontramos con las mismas ovejas: ellas le conocen y siguen su
voz. Se sienten seguras con Él y no sienten miedo ante los peligros.
Saben que si se extravían las buscará y las traerá con ternura hasta el
redil seguro. Las ovejas representan a la humanidad, a quien el Pastor
supremo –Dios- muestra su amor y su preocupación.
Un tercer
protagonista de esta enseñanza alegórica es el “mal pastor”; a quien se
le conoce como un mercenario asalariado. No debería llamarse siquiera
pastor: un pastor siempre será bueno, si cumple con su misión. Pero el
asalariado no tiene otro interés sino su paga… por eso, ante el lobo y
cualquier otro enemigo huye y abandona el rebaño a merced del
adversario. No es capaz de dar la vida por las ovejas e, incluso, hasta
se vale de ellas. Sobre los malos pastores la Biblia hace una referencia
cruda y dura en boca del profeta Ezequiel.
El cuarto
protagonista es mencionado pero pocas veces descrito. Es el lobo: es
quien ataca, busca romper la unidad compacta del rebaño, mata y se
engorda a costa de las ovejas. Y son muchos los lobos que merodean para
atacar la grey y hacer de las suyas. Hay varias clases de lobos: pòr
ejemplo aquellos padres que evitan que sus hijos lleguen a ver la luz…
quienes se desinteresan de sus empleados y no se preocupan por su
bienestar…los obreros o empleados que no cumplen con sus obligaciones y
sabotean el trabajo… los comunicadores que ocultan la verdad y crean
falsas expectativas con informaciones no verídicas o manipuladas…. El
sacerdote que no da buen testimonio y es mal ejemplo para los suyos… los
cristianos que se dejan seducir por los criterios del mundo y hacen el
mal en vez del bien… los dirigentes políticos y sociales quienes se
dejan guiar por sus intereses mezquinos olvidándose del bien del pueblo…
los corruptos, destructores de la paz social… los narcotraficantes con
su comercio de muerte… los violentos, sean sicarios, delincuentes,
ladrones, contrabandistas, porque no respetan la dignidad de sus
hermanos… quienes se creen más que los demás y oprimen a los más
pequeños…. Estos y otros tipos de lobos merodean el rebaño y buscan
acabar con las ovejas.
La enseñanza, entre otras ideas, es clara:
debemos estar atentos y conocer bien los protagonistas de esta alegoría
del Buen Pastor. Por supuesto, se debe hacer la opción por seguir al
Pastor Bueno: sólo Él actúa con la verdad y con el amor. Los ojos
abiertos nos permitirá seguirlo y descubrir que sus intenciones son las
de quien es capaz de dar su vida por las ovejas.
+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.
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