jueves, 31 de octubre de 2013

Para salvar lo perdido...



El Dios que nos revela la Biblia es un Dios de misericordia y de perdón. No es un Dios vengativo, sino que quiere lo mejor para sus hijos. Esto es traducido con un término muy especial: Dios quiere la salvación de todos. Esto implica que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y pueda así enrumbar sus pasos por las sendas de la salvación.

El episodio de Zaqueo es una muestra clara de esta realidad. Mientras los que acompañaban a Jesús murmuraban porque Éste había entrado en casa de uno de los grandes pecadores públicos del lugar, ya que era cobrador de impuestos y publicano, se obraba un prodigio: la conversión de Zaqueo. Este se conmueve, ciertamente, por la actitud de Jesús. Quería verlo. Sólo verlo, y resultó visitado en su casa. Nadie sabe si hubo diálogo. Es probable. Lo que sí nos atestigua el evangelista es el efecto del encuentro de ambos. Zaqueo toma la iniciativa y manifiesta su conversión. Reconoce que ha robado, y está dispuesto a devolver el doble a quienes robó; pero, además de compartir parte de sus bienes con los pobres y necesitados. La Palabra de Jesús no es la de un largo discurso, sino la comprobación de un hecho: “Hoy la salvación ha entrado en esta casa”.

Junto a esta declaración, viene la sustentación por parte de Jesús. También Zaqueo es hijo de Abraham; por tanto heredero de la promesa de salvación. Y lo más importante: “El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Es una manifestación clara de la Misión de Jesús. Cumplir la voluntad salvífica de Dios es lo que enseña Jesús con sus actos y sus enseñanzas. En este episodio, ambas cosas se conjugan: un acto de misericordia demuestra que de verdad Jesús ha venido no a perder ni condenar, sino a salvar. Y así lo expresa con sus palabras directas ante la conversión de Zaqueo.

Este relato evangélico es una demostración más de lo que Jesús ha venido a realizar en el mundo. Es una manifestación clara de lo que los creyentes y discípulos de Jesús deben realizar en el cumplimiento del mandato evangelizador. Hoy por hoy se sigue presentando muchas situaciones parecidas. Francisco, el Papa de la Nueva Evangelización, nos está pidiendo que vayamos hacia la periferia de la existencia humana. Es allí donde tenemos que proponer la liberación-salvación que Jesús ha venido a traer al mundo. Es allí donde debemos encontrar a tantos “Zaqueos”. Quizás llame la atención a los que se sienten seguros y hasta se crean salvados. Pero, la evangelización es la proclamación de un mensaje de salvación…y éste debe ser conocido por aquellos alejados, fríos o que se sienten menospreciados por tantos “creyentes cumplidores y seguros”.

El libro de la Sabiduría también nos da un respaldo para esta misión: “Señor… te compadeces de todos, y aunque puedes destruirlo todo, aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de corregirlos”. Fue lo que sucedió con Zaqueo. Si Jesús se hubiera dejado guiar por los protocolos religioso-mundanos de la época y le hubiera temido a las murmuraciones, ciertamente que en casa de Zaqueo no hubiera entrado la salvación. Para nosotros, la enseñanza es clara y reafirma nuestro compromiso evangelizador: salir al encuentro de todos aquellos que están necesitados de una Palabra de Vida para demostrarles que también a ellos, Jesús quiere conducirlos no a la perdición sino a la plenitud.

+Mario Moronta R., Obispo de San Cristóbal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario