jueves, 19 de diciembre de 2013

Con nosotros...

El cumplimiento de la promesa de salvación hecha por Dios Padre hizo que su Hijo, el Mesías, se hiciera hombre. Es el misterio de la Encarnación, con el cual el mismo Dios puso su morada entre nosotros. Como nos lo recuerda el texto evangélico, se encarnó y acampó entre nosotros. Con esta realidad, se puede decir que Dios se hizo presente en la historia de la misma humanidad y así pudo realizar lo prometido. Dios en medio de su pueblo.

Pero, hay un elemento muy interesante. Anunciado por el profeta y realizado en María, la Madre del Mesías, Dios no sólo se hizo presente entre nosotros, sino que fue reconocido como el DIOS CON NOSOTROS. No se trata de un juego gramatical con preposiciones. El estar entre nosotros expresa su presencia. El ser DIOS CON NOSOTROS habla de esa presencia-cercanía pero con un compromiso. No vino como uno cualquiera, sino para compartir con la humanidad todo, menos el pecado, de acuerdo a lo que nos enseña el autor de la carta a los Hebreos.

Es lo que celebramos de manera especial en la Navidad. Por supuesto que a lo largo del año litúrgico, en la medida que vamos desglosando el misterio de Cristo, nos vamos dando cuenta de qué significa ese “Con Nosotros”. Jesús se hizo uno de nosotros. Sufrió, se alegró, tuvo amigos y discípulos y se fue mostrando como solidario con la humanidad. Tanta fue su solidaridad que, en un arrebato de amor extremo, ofreció su vida para conseguir la salvación de la misma humanidad.

Al contemplar a Jesús en el portal de Belén, así como en las diversas manifestaciones de su vida a lo largo del evangelio, podemos intuir el alcance del “Con Nosotros”: vino a compartir la suerte de la humanidad. Dios no se quedó aguardando en la estratósfera. Vino al encuentro de los suyos, pero de tal manera que no se alejó, no tuvo privilegios, sino que se hizo, repetimos, como nosotros.

Este hecho maravilloso no sólo es para contemplarlo y gozarnos al meditarlo. Exige una respuesta de parte nuestra. Si Él se arriesgó a ser un DIOS CON NOSOTROS, nosotros mismos, al convertirnos en sus discípulos, tenemos que serlo en comunión con Él. En el fondo podríamos decir que somos NOSOTROS CON DIOS. Es la consecuencia de la Nueva Alianza. Ya en el Antiguo Testamento se había anunciado los términos de la alianza entre Dios y la humanidad.: “Yo soy tu Dios y tú eres mi pueblo”. Esta realidad de la alianza está encerrada en la expresión EMMANUEL. Dios se hace presente y se une a nosotros de tal manera que puede decirse, parafraseando los términos de la alianza: “”Yo Soy DIOS CON USTEDES (NOSOTROS) y Ustedes son Ustedes (nosotros) con Dios”.

De todo esto, entre otras tantas, podemos sacar una conclusión que nos permita una digna celebración de la Navidad: conmemoramos un hecho prodigioso, al celebrar el nacimiento del Hijo de Dios que se hizo hombre. Ese Dios humanado se hizo tan cercano que no sólo puso su morada entre nosotros, sino que se convirtió en DIOS CON NOSOTROS. El Salvador que se une a nosotros. La mejor manera de celebrar la Navidad es reconociendo que Dios está con nosotros y que nosotros, con nuestros actos y testimonio, somos reflejo vivo e iluminador de esa presencia salvadora de Dios para todos. Sencillamente, al celebrar la Navidad, estamos llamados a mostrar que de verdad Jesús, el Salvador es el DIOS CON NOSOTROS

+MARIO MORONTA R., 
OBISPO DE SAN CRISTOBAL.

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